No me acuerdo cuantas veces te he imaginado besándome. Tus suaves labios, perfectos a mis ojos, uniéndose con los míos, estropeados por la fría realidad.
Esto es lo que pienso mientras noto tu respiración saliendo de tu boca en vapor a causa del frío de invierno. Durante estos meses nos hemos ido conociendo poco a poco, entre amigos y amigos, pero finalmente hemos comprendido que estamos hechos el uno para el otro; sonrío, tímidamente, recordando el tiempo vivido; y me miras con cariño y me devuelves la sonrisa.
Como suelo hacer, aparto la mirada y cojo un color rojo en mis mejillas que espero que pienses que es por el frío. Te me acercas, y me retiras un mechón de pelo que se ha soltado de mi trenza; me imagino la cara de tonta que debo tener y me acerco a ti. Tú haces lo mismo, y me besas.
Todo mi mundo desaparece y solo existes tú para mí; es el sentimiento más bello que he sentido por alguien, eres el primero con el que siento esto; no sé muy bien cuánto dura el beso; pero para mí es como si se hubiese acabado el mundo y solo quedásemos tú y yo. Al separarnos, nos miramos y sonreímos tímidamente los dos, me dices una chorrada de las tuyas, y esta vez me sorprendes tú y me besas.
El mundo puede que tenga fin pero nosotros no. Espero con impaciencia cada día cualquier momento para hablar contigo, verte, besarte.
